SIMULADOR DE CABRAS

Análisis de 'Goat Simulator 3' para PS5, las cabras conquistan el mundo

Los suecos de Coffe Stain Studios están tan convencidos de la mejora de 'Goat Simulator 3' con respecto al original, que hasta han decidido saltarse su segunda parte. La cabra más famosa de los videojuegos está de vuelta.

Por Rodrigo Aliende 18 de Enero 2023 | 20:00

Es curioso cómo la expresión española "estar como una cabra" encaja tan bien con 'Goat Simulator', cuando en inglés no existe esa forma de llamar a alguien loco. Ni tampoco en sueco, que es la nacionalidad de los desarrolladores, Coffee Stain Studios (perteneciente al todopoderoso grupo Embracer). El primer 'Goat Simulator' tuvo un éxito moderado, ya que transitaba entre hacer gracia por su estilo cutre y desquiciarse con su jugabilidad también por su estilo cutre. En esta secuela se nota que se lo han tomado mucho más en serio y se ha pulido jugablemente, manteniendo ese sentido del humor tan característico y miles de referencias a la cultura pop. Y es que eso ya se nota sin ni siquiera abrir el juego, porque el propio título ya es una broma. No, no ha habido un 'Goat Simulator 2', los suecos han decidido saltarse la segunda parte porque sí.

'Goat Simulator 3' nos lanza al mundo con una introducción sacada directamente de 'Skyrim' (y por si no te has dado cuenta, te lo menciona explícitamente el granjero), para que nos vayamos haciendo una idea de cómo funciona este juego a nivel narrativo y referencial. Estamos ante un mundo abierto en el que hay que ir completando eventos, haciendo desafíos y recogiendo coleccionables, no tiene mucho más.

En teoría, el objetivo principal es acabar misiones para mejorar nuestro castillo, que cuenta hasta con un ejército de cabras en su interior, pero en la realidad, el objetivo acaba siendo hacer el cabra (nunca mejor dicho) por las diferentes zonas del mapa. Éstas son accesibles desde el principio, no ganamos ningún tipo de poder que nos permita acceder a áreas nuevas del juego. Simplemente tenemos que llegar hasta las torres y sincronizarnos con ellas (una vez más, las referencias son obvias, tanto jugables como en el guion, y en ningún momento pretenden esconderlas; cuanto más descaradas, mejor) para desvelar esa parte del mapa y las misiones a su alrededor.

En realidad no son misiones tal y como las entendemos en un sandbox tradicional, sino que son pequeños objetivos que se pueden completar en un par de minutos, siempre y cuando entiendas lo que te están pidiendo. Siempre aparece una línea que te dice lo que tienes que hacer, pero no siempre está claro exactamente a qué se refiere. También se recurre mucho a las explicaciones visuales a través de carteles o imágenes dentro del propio mundo. En algunas ocasiones, tardamos más en comprender qué nos están pidiendo que en realizarlo, pero es parte del encanto del funcionamiento de 'Goat Simulator'. Por ejemplo, en unas termas, el juego nos indica que tenemos que salvar a Steve de ahogarse y nos encontramos con varias personas en el agua y también varios peces. Lo lógico es pensar que Steve es una de ellas, pero no, Steve es el nombre de uno de los peces. En general, son divertidas o al menos sencillas y rápidas de superar, sólo hay un par de excepciones que se hacen pesadas por tener que buscar algo sin muchas pistas o repetir una tarea demasiadas veces.

Al tener un mapa más abierto, los vehículos son necesarios para el desplazamiento, desde bicis hasta coches, grúas o ambulancias. No existen carreteras demasiado amplias ni los caminos suelen ser fáciles de transitar con estos vehículos, pero aquí atropellar a gente suele ser la opción más conveniente. Tampoco es que 'Goat Simulator 3' busque una experiencia fluida en estos casos. Sales rápidamente del coche -sin ninguna animación de por medio, por supuesto-, corres un poco por el mapa, escalas varias paredes y vuelves a coger el coche para seguir tu trayecto. La cabra es tan polivalente, que también es capaz de grindear vallas o cables de la electricidad, que hace que el movimiento sea más rápido.

Los instintos son una especie de desafíos muy sencillos, al menos la gran mayoría. Si los completamos, obtenemos puntos para comprar nueva indumentaria para la cabra, de los cuales sobran para conseguirlo todo. El juego en ningún momento intenta ponernos las cosas difíciles, simplemente quiere que disfrutemos y lo pasemos bien. Lo bueno de los instintos es que es la forma perfecta de profundizar más en el juego y utilizar herramientas y habilidades que no usaríamos de otra forma.

Como guinda a toda esta locura llamada 'Goat Simulator 3', tenemos la indumentaria de la cabra, que puede llevar accesorios en los pies, en el cuerpo, en la cabeza... Hay cualquier cosa que te puedas imaginar e incluso las que no puedas, algunas de ellas son meramente estéticas, pero otras tienen su propia función que añaden una pequeña vuelta de tuerca a la jugabilidad. Como por ejemplo, el parapente nos es muy útil para desplazarnos planeando desde las alturas o el jetpack para movernos por el centro, donde hay edificios de mayor altura. Hay otras cosas más locas, como una abuela en su mecedora disparando con un lanzagranadas (cuya misión es un homenaje a los 'Wolfenstein' clásicos, dicho sea de paso).

Ya para terminar, 'Goat Simulator 3' cuenta con un modo de juego multijugador integrado dentro del mundo abierto. Cualquier persona puede entrar a nuestra partida si estamos conectados a internet y participar con ellos en minijuegos (siete en total), como fútbol para cabras o el suelo es lava. Hasta cuatro jugadores pueden jugar a la vez, tanto online como en local.

Conclusiones

En definitiva, lo que antes era una broma que tenía gracia unas pocas horas y luego se hacía demasiado pesada, ahora es un título más serio -en su desarrollo, no en su sentido del humor-, con una estructura más sólida y tradicional. Esto le beneficia enormemente al darle un principio y un final y un propósito en general. Muchas físicas siguen estando igual de descuidadas que antes, pero encajan a la perfección dentro del mundo. 'Goat Simulator 3' no es un título que vaya a pasar a la historia por su complejidad ni por su trama -prácticamente inexistente-, pero sí que nos hace pasar un buen rato tanto por su jugabilidad desenfadada como por sus continuas referencias al mundo del videojuego y la cultura pop. Además, han conseguido crear un mundo abierto suficientemente grande para no aburrirnos, sin necesidad de llenarlo de actividades por cada metro del mapeado, lo cual es cada vez más difícil de encontrar.