ANÁLISIS

Análisis 'Gunman Clive 2' - La variedad sin personalidad

Segunda entrega del divertido y desafiante plataformas dibujado a mano, ¿su estilo artístico y la variedad serán suficientes para volver a engancharnos?

Por Álex Pareja 9 de Febrero 2015 | 13:50

En la época de las nuevas consolas, la tecnología bruta, los gráficos hiperrealistas, la implementación de los sentimientos y las emociones en las historias, la mayor importancia de los guiones, las cinemáticas... hace que perdamos por el camino todas aquellas mecánicas que funcionaban hace años y que fueron precursoras de todo lo que hoy día rodea a la industria. Títulos clásicos de plataformas que nos desafiaban cada vez que encendíamos las consolas, vidas limitadas, dificultad en ocasiones extrema... 'Gunman Clive' nació para recuperar esa esencia de juego de plataformas de corte clásico, añadiendo sus propias reglas. Hoy nos metemos de lleno a comentar lo que nos ha parecido su secuela: 'Gunman Clive 2'.

Lo clásico y moderno

Los chicos de Horberg vuelven a plantearnos un título muy similar a su antecesor, aunque corrigiendo pequeños errores del pasado. De esta manera nos encontramos con un título de plataformas y disparos (al más puro estilo 'Contra') de fases rápidas y desafiantes que enganchan desde el primer segundo gracias a su cuidado diseño y a una dificultad muy bien ajustada. Lo mejor de los plataformas de ayer se combina con los de hoy, ya que a pesar de que el título es difícil, contaremos en todo momento con vidas ilimitadas y la posibilidad de guardar la partida entre cualquiera de las fases. ¿Esto es bueno o es malo?

Depende. Ciertamente se trata de una circunstancia muy subjetiva que afecta a la opinión de cada uno, aunque es cierto que su corta duración (entre una hora y dos horas como máximo) hace replantearse sobre si quizás hubiese sido una mejor idea incorporar vidas limitadas, y en caso de acabarse éstas tener que comenzar el juego de nuevo. Por otra parte la reiteración puede llegar a ser frustrante debido al planteamiento que nos propone el juego, así que quizás ni una cosa ni la otra hubiese contado con el equilibrio perfecto.

Variedad y más variedad

El diseño del título es muy gratificante visualmente, y sin duda alguna uno de sus puntos fuertes. Dibujos hechos a mano que cobran vida con colores siempre muy bien elegidos. Los niveles quedan configurados entre lo que podríamos considerar "mundos", que cuentan con diferentes fases y un enemigo final para cada uno de ellos. Dentro de estos mundos la variedad es increíble, y podemos encontrarnos desde fases dentro del lejano oeste más clásico, otras entre todo tipo de dinosaurios, ninjas, animales salvajes, robots...

Además, cada uno de estos mundos cuenta con sus propias mecánicas y enemigos, y aunque algunos se repiten entre ellos, la mayoría resultan nuevos cada vez que comenzamos a jugar. Además, y por si toda esta variedad no fuera poco, también habrá fases en las que montarnos a lomos de diferentes criaturas o aparatos y disfrutar de fases de vuelo y disparos al más puro estilo 'Panzer Dragoon'. Lo bueno del juego es que nunca sabes qué vas a encontrarte a continuación, aunque evidentemente todas estas fases se resuelven de la misma manera: avanzando y llegando hasta el final.

La duración de estas fases no suele superar el minuto de duración, aunque evidentemente tardaremos más en pasarnos cada una de ellas. El título nos plantea avanzar, descubrir qué nos vamos a encontrar, morir (posiblemente) y volver a comenzar la fase desde el principio ya con la lección aprendida, lo que seguramente nos permitirá seguir avanzando un poquito más hasta volver a encontrarnos con otro nuevo problema que quizás vuelva a acabar con nosotros. Precisamente la corta duración de las fases y este planteamiento reiterativo es el que produce mayor enganche, ya que siempre que morimos solemos quedarnos cerca del final, o cometemos algún error que seguramente podamos subsanar en el siguiente intento. Sin duda alguna, muy bien pensado por parte de los desarrolladores.

Aún así, tanta variedad de diseños y situaciones (aunque en realidad terminan por repetirse) provoca que haya fases muy bien diseñadas y sin duda memorables, frente a otras que resultan bastante más pobres en comparación. Además, siempre habrá zonas que nos resulten más fáciles que otras, y lo mismo con algunas mecánicas. Algunos retos resultan algo frustrantes, sobre todo aquellos que varían la gravedad, ya que en muchas ocasiones el control no está demasiado bien implementado y sí que conforman una lista de posibles muertes en las que nosotros no tenemos casi toda la culpa. Como buen título de plataformas nos presentará fases que adorar y otras cuantas que odiar.

Buscando a la personalidad

Tanta variedad en todo lo que hace 'Gunman Clive 2' puede suponer un punto positivo (que lo es) pero también produce justamente el más negativo: su absoluta falta de personalidad. Sí, su planteamiento artístico es original en cierta manera, pero no llama la atención, le falta "algo". Si de verdad quieres competir dentro de un género en una consola en la que posiblemente puedas encontrar sus mejores exponentes tienes que hacer algo más que ofrecer un popurrí de cosas interesantes. Los juegos de Mario son buenos por su indudable calidad, pero también porque Mario es carismático y derrocha personalidad, tanto él como su mundo. Gunman Clive no derrocha ni una cosa ni la otra, tan sólo vulgaridad dibujada de forma atractiva.

Los desarrolladores son conscientes de que lo más complicado es encontrar justamente esa imagen de marca que distinga a su producto de los demás, o que lo alce hasta una nueva posición. El vaquero protagonista jamás llegará a codearse con Mega Man, por poner un ejemplo, aunque su juego pueda llegar a tener una calidad similar. Tampoco va a contar con una figura Amiibo, ni nadie va a recordarle. Y eso, hoy en día, es un punto negativo, porque buenos títulos de plataformas hay ya a patadas.

El título es muy bueno si tenemos en cuenta su escaso precio, pero no se puede negar que la falta de ambición por querer aportar algo más, también debería tenerse en cuenta. El equipo de Horberg trata la variedad de escenarios y mundos como excusa, ya que no son capaces de encontrar un contexto propio, llamativo y, de nuevo, con personalidad. Te encuentras con un vaquero correteando de aquí para allá entre dinosaurios, y a los diez minutos entre robots... y no tiene sentido. No hay que encontrarle un sentido metafísico al juego, pero no tiene nada que aportar a un género con tan buenos referentes. Aunque, de nuevo, el título tiene calidad y lo que hace lo sabe hacer bien.

Personajes

Gunman Clive no está sólo para abordar esta gran variedad de fases, y también podrán seleccionarse otros personajes para completar la aventura por completo. Su novia Ms. Johnson, que como característica diferencial puede planear (aunque no podrá disparar mientras se mueve) y también el indio Chieftain Bob, que en lugar de tener armas de fuego contará con una lanza que, evidentemente, limitará el radio de acción de nuestros ataques ofensivos. Una vez terminemos el juego también podremos acceder al denominado "Duck Mode", donde manejaremos a un pato. Sí, un pato, esos animales con pico y plumas tan graciosos.

Cada uno ofrece una visión diferente de manejo y aunque las fases no cambien de uno a otro mundo, plantea distintas maneras de solución a los diferentes retos. Una buena excusa para rejugar el título y aumentar su duración de manera exponencial, al igual que las distintas dificultades seleccionables.

Con todo, 'Gunman Clive 2' es un título más que digno, divertido, y que engancha. Su relación calidad/precio hace que sea totalmente imprescindible, y reitero la palabra imprescindible antes de que alguno se sienta ofendido por la nota final. Sin embargo, esa variedad que puede resultar positiva (es innegable) también produce su peor defecto: su absoluta falta de personalidad y ambición. Una pena que a pesar de lo divertido que es el juego, con una dificultad muy bien estudiada para que provoque que nos enganchemos sin remedio, la mayoría de jugadores no nos volveremos a acordar del vaquero protagonista en un futuro. Quizás con la tercera parte.