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Análisis de 'Cloudpunk' para PS4, un repaso a lo que nos conecta con el subgénero

Repartir paquetes en una ciudad cyberpunk no es el trabajo más glamuroso que existe, pero la reflexión que aporta es una que no se puede pagar.

Por Daniel G. Astarloa 26 de Noviembre 2020 | 09:00

El trabajo tiene un coste. A ojos de quienes controlan el sistema no es más que la energía y el tiempo que dedicamos a nuestro oficio día tras día, como máquinas autómatas que se limitan a repetir tareas sin consecuencia alguna. Pero el coste no se queda sólo en eso. Es parte de nosotros y de nuestra humanidad lo que queda atrás, lo que ponemos en servicios y productos que serán distribuidos y que difícilmente podrán apreciarse una vez hayamos terminado nuestra jornada. El trabajo no nos humaniza, nos convierte en parte de una maquinaria y priva nuestra humanidad. Es aterrador pensarlo, incluso un tanto pesimista.

Esa es la clave hacia la que se dirige el género del cyberpunk. No quiere mostrar lo bueno que es el avance tecnológico ni las ventajas que trae la constante motorización de la sociedad, sino cómo en ese progreso el alma de nuestra especie se está perdiendo en un vacío digital. No por culpa del progreso, sino de la mano que lo alimenta, el ínfimo porcentaje de la población que siempre mira por encima del hombro al resto y quiere resultados a precios que no puede costear. 'Cloudpunk' mira a los ojos a ese futuro y nos lo pone en cuestión preguntándonos si pondríamos nuestra alma en juego o nuestra vida.

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La trama de 'Cloudpunk' nos presenta a una joven recién llegada a Nibalis, la gran y única ciudad que existe en el mundo tras años de calamidades provocadas por el propio ser humano. El problema es que a nuestra chica no le gusta este lugar. Ha llegado por necesidad y para seguir subsistiendo, y tiene que dar las gracias de sus condiciones porque podría estar mucho peor. El alquiler es caro, la comida escasea si no le sumas alguna cucaracha al plato y da gracias si el tercer bloque de edificios que has visto derrumbarse hoy al fondo del mar no era el de tu apartamento.

Esta sociedad no se puede sostener por mucho más tiempo. El capitalismo se ha llevado al mayor de los extremos y podemos ver cómo secciones enteras de la ciudad caen en el olvido con decenas de personas, y la peor parte es que nos da igual. Viajamos de un sector a otro y podemos detenernos para ver lo que pasa cuando tiembla el mando, pero al cabo de un rato nos hemos acostumbrado. El miedo se pierde. El horror, en cambio, persiste.

Nuestra protagonista no lleva bien el cambio a la gran ciudad. Nuestro objetivo cuando tomamos el control sobre ella es sobrevivir a su primera noche de trabajo en una empresa ilegal llamada Cloudpunk, la cual distribuye cualquier clase de paquete sin hacer preguntas y con total eficiencia. Esa es su primesa, pero queda en tu mano si quieres ser esa clase de persona. Las situaciones morales en las que se te pone te obligan a contestar de una u otra manera, y antes de tomar una decisión recuerda que tienes que pagar el alquiler, la gasolina, el mantenimiento del coche y esas deliciosas cucarachas en tu plato perfectamente podrían convertirse en arena si no te puedes permitir ni eso. Tus opciones son limitadas.

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Las misiones en 'Cloudpunk' suelen ser bastante lineales, aunque con varias opciones al final del trayecto. No hay sorpresas en esos paquetes que entregas: sabes muy bien, sin la necesidad de preguntar, que algunos de tus trabajos no van a beneficiar a la sociedad. Si escuchas rápidos tic toc en un paquetito que se te ha entregado sin nadie presente y te piden que lo coloques en el centro de una plaza sabes lo que va a pasar. Si tu paquete te habla, sabes que hay esclavitud de por medio. Pero no tienes opciones, ¿verdad? Es el sistema el que te obliga a ser partícipe de tales actos. O puedes abrir el paquete y librarte de él si no es adecuado para tu salud mental haber participado en actos de esa clase.

No tardarás en entrar en un bucle al poco de empezar 'Cloudpunk': haz tu trabajo, recibe el dinero, mira alguna mejora para tu coche o tu piso, siguiente reparto. Es repetitivo, aunque por suerte no monótono con la estupenda variedad de misiones que tienes en el proceso: para todas esas misiones cuentas al menos con la compañía de tu buen amigo Camus, la IA de un perro robótico que has instalado en tu coche particular para no sentirte sola en el camino. Con él y la clase de personas que viven en esta ciudad de locos tendrás humor, conversaciones morales y toda clase de desventuras que hacen muy agradable tu primera vez repartiendo paquetes.

Eso sí, sólo la primera vez. 'Cloudpunk' no es un juego largo ni tampoco tiene ningún incentivo para rejugar su campaña más allá de una partida. La experiencia global e interna que se te queda es positiva, pero el hecho de que su monotonía sea constante sólo permite disfrutar de la historia una vez. Las sorpresas son parte del paquete, y si seis horas con contenido secundario se te quedan cortas va a ser un problema. Pese a ello, merece la pena disfrutar de una aventura interactiva así, aunque sea por conocer a sus personajes y quedarte embobado con la ciudad. Por otros aspectos más técnicos... Quizás no tanto.

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El gran problema de 'Cloudpunk' es que tiene corazón, pero es un androide a medio construir con serios problemas de rendimiento y carcasa oxidada. Viajar por la ciudad no es un problema hasta que tenemos que cambiar de sector, momento en el que los tiempos de carga se vuelven muy agresivos por cargar el resto de vehículos en el sector, los cuales aparecerán a la misma vez que tú y se te lanzarán encima al terminar de cargar como un enjambre de avispas ante un niño travieso. Esto, incentivado con la bajada de FPS inmediata al terminar de cargar la zona, hace que tu vehículo se lleve unos cuantos golpes nada más arrancar y que ya debas pensar en la reparación, independientemente de lo considerado y cuidadoso que seas con la carretera.

Tampoco es que sea un grave problema pagar esas reparaciones, porque al par de horas de empezar el dinero deja de ser esa preocupación que mencionan todo el tiempo debido si te dedicas a explorar la ciudad. Sólo por hacerlo se te recompensa con un bonus que rompe la economía del juego de forma temprana, por lo que no te tienes que preocupar de comprar hasta el último mueble pijo en tu apartamento. Colocar dinero como beneficio hace que su mensaje se pierda en el camino y debería haber sido sustituido por otra clase de coleccionable.

Es en este aspecto donde también se queda algo cojo el título. Mercadores de todos los sectores nos venden algunos productos sin motivo. ¿Un vestido o un bolso de miles de créditos? No se refleja en nuestro personaje ni tampoco contribuyen a ninguna misión, principal o secundaria. Están ahí, sin más. Parece una oportunidad desaprovechada para el producto final, y se nota en sus costuras.

Conclusiones

Jugar a 'Cloudpunk' es una experiencia que deja marca. No es en absoluto sutil acerca de sus preocupaciones y filosofía, pero es parte de su encanto. Aunque su jugabilidad pueda resultar repetitiva y su ciudad pueda confundirnos es una obra que demuestra ser más que la suma de sus partes y todo un ejemplo a estudiar en el entorno del cyberpunk. Si quieres disfrutar de una buena historia en este género antes de la gran llegada de 'Cyberpunk 2077' te mereces probar y disfrutar de este título.