'Planetary Annihilation', nunca un título ha hecho tanta justicia a un juego

GRAN BADA BOOM

Por Sergio Castaño

El 19 de Septiembre 2014 | 19:30

Uber Entertainment coge lo mejor de 'Total Annihilation' y 'Supreme Commander' y lo lleva a una escala aún mayor.

Si algo gusta en los juegos de estrategia es la sensación de tener más. Más escenarios, más tropas, más armas. Más de todo. Y no cabe duda de que 'Planetary Annihilation' coge este concepto y lo utiliza para darnos unas batallas a una escala jamás vista en este género. Batallas en un solo planeta, como en cualquier juego normal y corriente, batallas con cazas y armas orbitales, que también se pueden ver en algún que otro producto, y batallas en el espacio, donde controlar estrellas de la muerte o poner motores en lunas y arrojarlas contra otros cuerpos celestes...esto sí que no solemos verlo por ahí.

planetary annihilation

De esta manera, Uber Entertainment, que fácilmente descubrimos tiene miembros del equipo de desarrollo de juegos como 'Total Annihilation' o el más reciente 'Supreme Commander', toma las mecánicas jugables de estos juegos y las utiliza para dar forma a 'Planetary Annihilation'. Pero, ¿recicla esos títulos para crear algo nuevo? Por desgracia no. El juego que aquí analizamos es poco más que un calco de aquellos con mapas esféricos y órbitas alrededor de una estrella.

Nos suena de algo

Si habéis probado 'Supreme Commander' o su secuela, veréis que el tipo de edificios, sus versiones de mayor nivel, los tipos de unidades y la mecánica de todas y cada una de las partidas, es exactamente la misma sin diferencia alguna más que, como hemos dicho, el hecho de que no tenemos un mapa plano, sino varios mapas esféricos entre los cuales podemos viajar.

Uno espera que si la cosa es tan similar como premisa, se generen algunas ideas nuevas que puedan darle un giro de 180 grados al programa y darle originalidad y novedades. Pero lo cierto es que, para desgracia de todos, no podemos ver nada nuevo en este juego, más allá de las necesarias unidades espaciales, que de no existir nos dejarían encerrados en el planeta donde comenzásemos la partida.

Teniendo en cuenta esto, ya de por sí algo decepcionante, lo cierto es que el juego, visto de nuevas, supone algo realmente fresco y divertido dentro de la estrategia en tiempo real. Las partidas, ya sean escaramuzas en solitario o en multijugador contra otras personas, plantea unas batallas donde los ejércitos se cuentan por cientos de unidades, que abarca tierra, mar, aire y espacio. Lo cierto es que las unidades navales pierden todo su valor, ya que en estos escenarios los mares son apenas pequeños lagos sin valor estratégico alguno, y perder tiempo y recursos en construir astilleros y barcos resulta cuanto menos, absurdo.

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Un gran terreno de juego

Pero dejando a un lado el agua, en tierra contamos con fabricas de vehículos y robots, que cumplen todo un amplio rango de funciones en combate, ya sea con disparos de cerca o de lejos, misiles, morteros, cañones directos, minas e incluso reparación de aliados. Y siempre contamos con la fuerza aérea, que mediante cazas y bombarderos puede sembrar el caos en todas partes. Dado el carácter tan concienzudo de la IA, a los pocos minutos de partida veremos siempre auténticos enjambres de aviones amenazando la integridad de nuestro comandante.

Y es que el realidad todo el juego gira en torno a este comandante. Un robot gigante que busca sobrevivir en un peligroso universo plagado de muchos otros como él, a los cuales hay que eliminar. Y una ver cae el comandante de un ejército, su facción ha perdido, a si que la última cosa que queréis permitir es que disparen al vuestro.

De modo que para cumplir con nuestra misión, y dado que el juego tiene como principal característica los numerosos planetas en cada mapa, lo mejor es prepararse un programa espacial desde el comienzo de la partida y comenzar a lanzar satélites de vigilancia, drones de construcción espaciales, fábricas orbitales, cazas espaciales e incluso generadores y extractores de recursos. Toda una completa gama de unidades que sobrevuelan los escenarios y pueden suponer un giro completo de las tornas en cualquier batalla.

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Armas cada vez más potentes

Si nos preocupamos de poner muros, defensas antiaéreas, artillerías y torretas, puede que impidamos al enemigo asaltar nuestra base. Pero si no miramos al cielo, tal vez nos demos cuenta de que el enemigo construye decenas de plataformas de ataque y satélites con cañones láser que pueden no solo destruir una base en segundos, también pueden arrasar a nuestro comandante en apenas unos pocos disparos.

Para hacernos con el control de todo el escenario, no vale solo con dominar tierra, aire y demás. Porque, de hecho, puede que el enemigo no se encuentra en nuestro mismo planeta. Por lo que es importante preparar transportes espaciales o incluso portales de teletransporte al más puro estilo Stargate, que nos permiten llevar ejércitos de un mundo a otro en cuestión de segundos.

Al margen de las pequeñas unidades de uno y otro tipo, de que verdaderamente importa en este juego son las armas grandes. Misiles nucleares, por ejemplo. Eso sin duda son armas de gran potencia, que pueden arrasar bases enteras en un abrir y cerrar de ojos. Pero para todo hay solución en esta vida, así que tenemos la opción de construir plataformas de misiles tácticos que derriben a los nucleares en la atmósfera, antes de que puedan causar daño.

Se acabó el entrenamiento, a destrozar planetas

Si buscamos armas más grandes, tal vez podamos utilizar una luna, o directamente un planeta entero. Siempre y cuando cumpla unas características especiales y permita la fabricación de unos motores gigantes, podremos convertir estas gigantescas masas sólidas en misiles interplanetarios. No será fácil, ya que los motores necesarios cuestan mucho, se tardan en fabricar y además el juego nos avisa cuando cualquier facción comienza la fabricación de los mismos. Pero una vez que nos lanzan una de estas cosas, solo hay dos formas de evitar nuestra aniquilación. Una es destruir esos motores y para el lanzamiento. La otra es abandonar el lugar y marcharnos a otro sitio que no sea objetivo de una roca descomunal motorizada.

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¿Y donde estaríamos más a salvo que en una estrella de la muerte? pues en ninguna parte obviamente. El juego, además de tener planetas gaseosos no colonizables, lunas muertas y biomas clásicos como selva, hielo, lava o tipo tierra, cuenta con los planetas metálicos. Y cualquiera con los recursos suficientes puede construir una serie de catalizadores en uno de sus polos, para convertir aquella estructura en un Annihilaser, como lo llaman en Uber Entertainment. A todos los efectos es un planeta robótico capaz de lanzar rayos que pulvericen cualquier planeta sólido que haya en el sistema. Y contra eso, poca defensa hay, para ser sinceros.

Sin alicientes para jugar solo

Os preguntaréis por qué una crítica tan dura al comienzo del análisis, si el juego tiene tantas cosas tan divertidas y difíciles de encontrar fuera de este título. Lo cierto es que, aparte de partidas multijugador, o escaramuzas, el juego no ofrece gran cosa. Existe una especie de campaña llamada Galactic War, que no es más que una sucesión de mapas de combate donde nos enfrentamos contra la IA, sin historia y sin gran parte de las unidades y edificios, que tendremos que ir desbloqueando a medida que completamos partidas. Y como hemos dicho, la mecánica jugable es increíblemente monótona, por lo que las partidas, sea en el modo que sea, resultan muy similares y pronto podemos acabar cansándonos. Ninguno de los recursos tan increíbles que ofrece está verdaderamente aprovechado. Se trata de un juego con gran potencial que no ha acabado deslumbrando como parecía destinado a hacer.

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Tal vez una de las cosas más interesantes sea el diseñador de mapas, que en apenas unos minutos nos permite generar un escenario a nuestra media, donde podemos elegir el tipo de planeta que queremos, el lugar donde más nos gusta alrededor del sol, con unas órbitas más largas o cortas. Podemos poner unos planetas orbitando a otros. Varios en la misma órbita, incluso son rumbos de colisión. Y dentro de cada uno de los planetas, hay detalles de personalización como el tamaño, la temperatura, el nivel de agua, la cantidad de recursos de metal que se pueden explotar, y una larga lista de pequeños detalles adicionales.

Visual sencilla y tecnología desastrosa

Su apartado visual es sin duda peculiar, se alejan de lo común para darle al juego un estilo muy simplificado, que a su vez le da un toque limpio y eficiente. Cualquiera diría que con un apartado gráfico tan sencillo el juego pediría una maquina modesta para funcionar. Nada más lejos. Una de las mayores críticas que podemos hacerle al juego, y en nuestra opinión algo absolutamente imperdonable, es el vergonzoso nivel de optimización del programa. Con una búsqueda rápida en foros oficiales del juego, cualquiera puede descubrir que 'Planetary Annihilation' puede llegar a requerir hasta 2GB de RAM por cada planeta que haya en un mapa, eso sin contar con las unidades desplegadas, que por lo general no son pocas. Esto se traduce en un juego que a menudo se para, se cuelga, sufre ralentizaciones que dejan al juego funcionando a un cuarto del tiempo real, una cantidad de subprocesos del sistema innecesarios y absurdos para cualquier desarrollador de videojuegos con un mínimo de formación sobre el tema. En resumen, un despropósito de programa que esperamos se arregle muy pronto.

Conclusiones

Nos gustaría decir, en resumen, que este juego revoluciona el género de la estrategia en tiempo real. Porque verdaderamente hace méritos para ello. Su escala de combates no tiene rival y es ciertamente muy divertido. Pero por desgracia, los puntos negros del juego son tan negativos y molestos, que nos molesta decir que el juego no ha logrado cumplir lo que se esperaba de él. Hay que ser justos y decir que con un buen equipo y una pasión por estos juegos, merece la pena.

7,0

Lo mejor:

Escala de batallas sin precedentes. Arrasar todos los planetas del sistema, ¡único! Partidas extensas y exigentes para los expertos.

Lo peor:

Lamentable optimización que exagera los requisitos hasta el ridículo. Poco provecho de sus características únicas. Un calco exacto de 'Supreme Commander' y predecesores.

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