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Análisis de 'Streets of Rage 4', la nostalgia como estándar de belleza

LA CIUDAD CAERÁ

Análisis de 'Streets of Rage 4', la nostalgia como estándar de belleza

Daniel G. Astarloa Por Daniel G. Astarloa

El 26 de Mayo 2020 | 13:00

Dotemu y Lizardcube ejecutan un gancho volador que deja a los fans de la franquicia de Sega lo suficientemente satisfechos para aguantar otros veinte años sin secuelas.

Vivimos en una pequeña era de la nostalgia cuanto menos curiosa. El mercado de videojuegos está repleto ahora mismo de remakes, remasterizaciones, ediciones definitivas de los juegos que marcaron nuestro pasado. Es adonde van los jugadores, y adelante con ello si es el camino que toman las empresas a seguir... Sólo que la nostalgia no se limita en repetir el pasado. Lo hemos visto en otros medios como el cine, la llamada al pasado se duele dar de otra forma particular que parecen estar olvidando las desarrolladoras. Las secuelas de sagas olvidadas.

Los desarrolladores en Dotemu tienen esto más que claro. En los últimos años no sólo se han limitado a portear juegos clásicos a una nueva generación de consolas, sino que han creado las secuelas que en aquellos días de nuestra infancia tanto deseábamos. El remake de 'Wonder Boy: The Dragon's Trap' fue solo el primer paso, la segunda parte de 'Windjammers 2' era algo que no sabíamos que necesitábamos en nuestras vidas y ahora tenemos con nosotros el auténtico trofeo de oro: 'Streets of Rage 4'. Tras veinte años por fin resucita una de las sagas clave de Sega en la era de MegaDrive.

Retro

Castiga como nunca antes

Axel, Blaze y Adam han cambiado. Los protagonistas de las tres entregas anteriores ya no son los jóvenes machacantes que una vez salvaron su ciudad de la tiranía criminal de Mr. X: una nueva generación de luchadores, la rockera Cherry Hunter y el fortachón de Floyd Iraia, han venido para apoyarles. Pero todavía no es momento de retirarse. Los hijos del susodicho villano planean algo para vengar a su familia y acabar con sus antiguos enemigos, y tienen a todo cristo en sus bolsillos: policías, DJs famosos, la calaña de la calle... Llevan las de ganar, pero eso no detiene a nuestros héroes.

Cada uno de estos cinco personajes se ajusta a un modelo de jugabilidad diferente para atraer a todos los tipos de jugadores. Algunos pueden correr y son más ágiles en combate, pero lo pasan peor a la hora de bloquear ataques poderosos de sus enemigos; otros tardan varias vidas en llegar al final de la pantalla por sus pasos lentos, pero sus combos pueden ser tan fuertes que interrumpen los ataques cargados de sus enemigos. Buscar nuestro equilibrio y zona de confort es cuestión de tiempo y muchas partidas, algo a lo que el título nos invita fácilmente gracias a que sus fases sean cortas, pero intensas a más no poder y muy variadas en sus planteamientos.

La ciudad está viva, y con ella los lugares que visitamos nos ofrecen siempre algo diferente. Viajar encima de los trenes puede ser algo rápido, estresante y con enemigos terriblemente duros; la comisaría está en plena guerra entre policías y criminales, así que podemos aprovechar la situación para quedarnos quietos y observar cómo se pegan unos a otros. No hablemos de la ciudad subterránea, llena de productos químicos venenosos o cables eléctricos rotos que nos pueden dejar fritos si no nos andamos con ojo. Estos escenarios y niveles son tan protagonistas como nuestros avatares o los enemigos a los que nos enfrentamos, no un simple decorado que observar en el camino a por el villano de turno.

Jefes

La belleza del puño

Cada nivel rezuma esa vida propia gracias no sólo a las mecánicas que nos presentan de forma individual, sino por lo que nos entra por los ojos y el oído. El apartado visual de 'Streets of Rage 4' es de puntuación perfecta desde el primer minuto en el que cargamos partida: los personajes 2D con movimientos fluidos y finos, los fondos cuidadosamente dibujados a mano que para nada dan la sensación de repetirse. Los detalles están por todas partes y cada vez que pasemos por un lugar descubriremos easter eggs ocultos a simple vista a montones.

Esto se intenta pasar en cierta manera a las cinemáticas al final de cada nivel que hacen avanzar la trama, pero en este apartado no funciona igual de bien como lo hace en la jugabilidad. Las imágenes estáticas vienen acompañadas por diálogos sin ninguna clase de doblaje, y los efectos de sonido son demasiado débiles como para captar nuestra atención. Poner voz a los personajes habría hecho mucho bien a estos momentos, y trabajar en algunos efectos especiales más cuidados habría reforzado los momentos de mayor intensidad para que el jugador se sintiera más comprometido con lo que está sucediendo.

A cambio de estos problemas tenemos a cambio la banda sonora, un acierto redondo gracias a la gran cantidad de artistas que han contribuido con su grano de arena a dar vida a cada jefe, escenario y momento con temas que están a la altura de lo que se esperaba con respecto a los juegos originales. Ese espíritu de vida callejera sigue ahí totalmente renovado a las expectativas actuales, tocando desde el techno digitalizado hasta la vida rockera de bares que atravesamos. El trabajo hecho aquí recopilando a gente como Kuzo Koshiro y Motohiro Kawashima, compositores originales de la franquicia, y que a su vez sus temas encajen a la perfección con otros artistas contemporáneos como Olivier Deriviere o la absolutamente atemporal Yoko Shimomura son para dedicar un aplauso bien fuerte.

Enemigos

Equilibrio en defensa y ataque

Más allá de la capa de pintura que compone la estética del juego y esos fantásticos niveles nos queda por ver el combate, el cual apenas ha cambiado un ápice en veinte años. Tu objetivo es pegar puñetazos y patadas con un único botón, reuniendo combos e intentando conseguir la mejor puntuación posible sin ser dañado. Hay un nuevo elemento que considerar en la fórmula, y es la ejecución de ciertos ataques especiales únicos para cada personaje que nos permiten hacer más daño y ataques más contundentes a cambio de una importante fracción de nuestra salud. No os preocupéis si suena intimidante: el daño auto infligido se puede recuperar atacando a nuestros enemigos, a cada golpe recuperando un poco de esa preciada salud siempre que no seamos nosotros los atacados. Es un equilibrio de nuestra confianza con nuestras habilidades y la capacidad de mantener el control en escenarios llenos de enemigos.

Sin embargo, esto no hace el juego ni un ápice más fácil. Sigue tratándose de un beat em up extremadamente duro, incluso en la dificultad más baja de todas; más de una vez tendremos que repetir la misma fase desde el principio con la ventaja de que nos ofrecerán vidas adicionales a cambio de partir nuestra puntuación en un porcentaje importante, pero eso no quita la frustración de tener que repetir la fase entera. Podría haberse solucionado ofreciendo esta clase de ajustes al seleccionar el modo de dificultad de forma directa, ofreciendo así a todos los jugadores la oportunidad de superar el reto del juego sin tener que repetir decenas de veces algunos niveles, aunque la recompensa se hace merecida cuando empezamos a desbloquear más personajes y modos de juego con cada partida que terminamos con éxito.

Reunión

Conclusiones

'Streets of Rage 4' es lo mejor que podíamos tener en el difícil equilibrio entre lo nostálgico y lo novedoso sin repetir la fórmula del remake. Es una muy sólida nueva entrega en una saga de la que esperamos ver más próximamente, aunque no se abre a un nuevo público como debería. No todos pueden ser contentados, pero los que estemos satisfechos lo estaremos por años de aquí en adelante.

8,5

Lo mejor:

- Gráficos espectaculares y un gran paso hacia adelante en la saga.

- Estupendo número de niveles y jefes finales.

- Fantástica banda sonora con gran cantidad de compositores.

- Cantidad de extras y desbloqueables para divertirse durante años.

Lo peor:

- Dificultad muy alta incluso en los modos de juego más fáciles.

- Cinemáticas carentes de energía ni interés.

- Simplicidad del combate.

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