Análisis de 'Prince of Persia: The Lost Crown', nueva arena, nueva sangre

En un período en el que estamos bien servidos de metroidvanias es curioso ver la reacción a 'Prince of Persia: The Lost Crown'. Cuando Ubisoft decidió anunciar la próxima entrega de su abandonada franquicia la gente no se lo tomó a bien. Traición, gritaban unos, que esperaban una nueva entrada en el mundo tridimensional o el hacía tiempo mostrado remake de 'Las Arenas del Tiempo'. Desde la perspectiva de alguien que no jugó aquella idolatrada trilogía en PS2 me pregunté cómo era posible este estallido de negatividad.

No es que fuera parte del género metroidvania estrictamente hablando, pero los primeros 'Prince of Persia' tenían la base para evolucionar en esa dirección. Plataformas bidimensional con mejoras, habilidades de salto y premios adicionales por exploración. Esta es una vuelta a los orígenes de la franquicia para, desde ahí, preguntarse cómo podría haber evolucionado las aventuras de Persia en una línea temporal alternativa.

La respuesta no es brillante, pero sí muy acertada. Lo que nos importa más es que esta apuesta por el género por parte de Ubisoft podría significar una nueva estela que seguir en el futuro cercano. Y como fan de este tipo de aventuras me alegra ver que la respuesta inicial del público se ha dirigido hacia una percepción más positiva.

'Prince of Persia: The Lost Crown'

La caída de los Inmortales

'Prince of Persia: The Lost Crown' abandona cualquiera de las tres continuidades anteriores de la franquicia y crea una cuarta nueva línea temporal para sí misma en el mundo de Persia. En este universo alternativo no tomamos el control del Príncipe ni alguien que se hace pasar por uno: somos Sargon, guerrero como pocos y fiel a la familia real persa. Es el más joven de un grupo de élite de superguerreros, los Inmortales, los cuales destacan por estilos de combate semidivinos capaces de hacer frente a ejércitos completos por sí mismos.

Su misión es sencilla y se cuenta pronto en la trama. Viajará con los Inmortales hasta el Monte Qaf, un lugar abandonado con una maldición que condena a cualquier loco que se atreve a poner un pie allí. El príncipe ha sido secuestrado y arrastrado hasta este lugar, y nuestra misión consiste en salvarle de un destino aciago. Pronto la trama completa se complica con traiciones, secretos del pasado y un enfrentamiento abierto entre los Inmortales.

Es una historia prometedora en su concepción, pero la ejecución se queda algo corta. Sus giros a mitad de la historia son interesantes y se ha construido un lore intenso de dioses enfrentados y confrontamientos espaciotemporales. Sin embargo, el tercer acto funciona en modo automático y decide seguir hacia adelante pese a las complicaciones temporales que presenta. De hecho hay personajes que desaparecen de la faz de la tierra sin explicación alguna pero, en el guion, Sargon declara que han muerto. Es un punto clave que levanta muchas cuestiones por parte de los fans en el momento de publicación de este artículo.

Algo ha pasado en el desarrollo del juego para que la trama esté en este estado. Desconocemos si ha habido recortes, presión para acelerar el lanzamiento o sencillamente hay un mayor plan con expansiones y secuelas que expliquen los agujeros de guion. Sea como fuere, al tocar los créditos se crea una confusión entre todas las ideas que maneja el título y no puede ofrecer un desenlace satisfactorio.

'Prince of Persia: The Lost Crown'

Ahora me ves, ahora retrocedo en el tiempo

La trama puede tener sus fallos mayores que dañan la experiencia, pero a un metroidvania se acude por la exploración y el combate. Ambos apartados los cumple muy bien el juego, especialmente el segundo. Lo que más brilla es el enlace de unión entre ambos, las habilidades que desbloqueamos en nuestro progreso. Estas se centran en poderes divinos que nos ofrecen un ligero control sobre el tiempo, lo que implica toda una serie de nuevas ideas a ejecutar en el género.

Podemos hacer retroceder en el tiempo nuestro cuerpo, teletransportar nuestra ubicación, agarrar en el aire a nuestros enemigos e impulsarnos hacia ellos con facilidad. Todas las habilidades tienen un potencial devastador en las batallas y no se limitan a servir como llaves para siguientes secciones. Y para moverse por el escenario es también especialmente satisfactorio: el propio título acaba pidiéndonos realizar algunos desafíos de plataformeo muy exigentes que quieren que usemos nuestros poderes al máximo esplendor, y pueden convertirse en un espectáculo intenso para cualquiera que nos vea jugar de pasada.

Todo esto en el combate se traduce estupendamente, como ya he mencionado. La base para pelear contra enemigos es bastante sólida con combos, bloqueos y esquivas. Los primeros jefes son una gozada y ponen al jugador alerta para que dé lo máximo de sí con las herramientas que tiene. Los que vienen más adelante pueden parecer más sencillos por habernos adecuado a las mecánicas del juego, pero tampoco se toman a la ligera nuestra amenaza y representan una seria amenaza si bajamos la guardia. Son la mejor parte de toda la aventura y ojalá poseyéramos un modo Boss Rush en el que demostrar nuestras capacidades de vez en cuando.

'Prince of Persia: The Lost Crown'

Una maldición que persiste

Por desgracia, 'Prince of Persia: The Lost Crown' se queda a pocos metros de la excelencia que merece con las ventajas destacadas. Además de los problemas del tercer acto ya mencionados existen una serie de desventajas que juegan en su contra, y aunque nos ofrece una experiencia sólida, inhiben al juego de alcanzar la gloria divina que otros juegos dentro del género se han ganado.

El primero es relativo al mapa. El monte Qaf está lleno de lugares interesantes y contiene un nivel de detalle visual espectacular. Sin embargo, atravesarlo es algo confuso y poco intuitivo. Las diferentes secciones no se conectan bien entre sí, encontrar el mapa de las zonas puede ser frustrante y regresar a puntos anteriores puede ser confuso. No parece el mundo interconectado que merece un juego de este calibre.

Para terminar de destacar los problemas que tiene la obra en su conjunto están los bugs. En el momento de publicación de este artículo hay un número considerable de errores que pueden arruinar la partida de alguien con poca suerte en su viaje. Misiones secundarias atascadas, bloqueos en la progresión si tenemos un mal punto de guardado, ignorar por completo eventos por los que ya hemos pasado. Estos son errores que con parches podrán solucionarse, y con suerte cuando juguéis ya no existirán en vuestro camino a lo más alto del monte.

'Prince of Persia: The Lost Crown'

Conclusiones

Mi sensación tras terminar 'Prince of Persia: The Lost Crown' es algo agridulce. Ubisoft tiene entre manos una fórmula que puede darles uno de los mejores juegos en el género, un objetivo muy ambicioso y del que pocos pueden presumir. El arte, las originales ideas para las habilidades, el sistema de parkour, los fantásticos combates contra jefes. No dudo lo más mínimo en que, si se aprueba una secuela y el equipo de desarrollo vuelve a poner toda la carne en el asador, veremos algo muy especial con la experiencia que ya han obtenido.

Por el momento nos quedamos con una experiencia redonda y muy sólida, pero cuyas fallas evitan que alcance la excelencia divina a la que su protagonista debería estar destinado. Esperemos a ver cómo se desenvuelve en el tiempo el viaje de Sargon y hasta dónde nos llevará la nueva Persia que se propone explorar.