CINDERED SHADOWS

Análisis de 'Fire Emblem: Three Houses, En la boca del lobo', descubriendo el Abismo

Descendemos al Abismo para analizar el último DLC de 'Fire Emblem: Three Houses', 'En la boca del lobo'.

Por Sandra García 2 de Marzo 2020 | 18:00

El monasterio de Garreg Mach vuelve a abrirnos sus puertas para adentrarnos en sus profundidades y conocer todos los detalles sobre una leyenda que circula entre sus aulas en referencia a un extraños lugar, desconocido por muchos, rumoreado por otros: El Abismo. Allí parece que viven algunas personas que han quedado al margen de la sociedad y se esconde en un lugar donde nadie los buscará y donde el sol no consigue llegar. Entre sus habitantes se encuentran los Lobos Plateados, una cuarta casa que quedó en el olvido hace años y que están dispuestos a hacer pagar a los habitantes de la superficie con la misma moneda.

'Fire Emblem: Three Houses' vuelve una vez más, después de declarar a puertas abiertas que la franquicia de Intelligent Systems sigue más viva que nunca, destacando su posición como uno de los títulos más queridos de la consola híbrida de Nintendo. Una historia original que, siguiendo los preceptos de la franquicia, nos sumergía en una historia de fantasía con toques bélicos donde, lejos de ser un estratega, nos convertíamos en profesores y profesoras, enfatizando más que nunca en el apartado social y personal del título. Ahora dejamos de lado las enseñanzas para descender al Abismo, donde nuestras tareas irán más allá de las conocidas hasta ahora. ¿Nos acompañas en este nuevo viaje?

Descendiendo al Abismo

'En la boca del lobo' supone el colofón final a una entrega que ha batido récords, rebautizando la serie de rol estratégico japonés y volviendo a hacerle escalar posiciones entre los títulos del momento. Ahora repite jugada con el cuarto DLC incluido en su pase de temporada que, lejos de incluir elementos cosméticos o nuevas escaramuzas en las que poner a prueba nuestras habilidades como estrategas, nos introduce en el nuevo fragmento narrativo del juego, desciendo a las profundidades de lo que conoceremos como el Abismo.

Un título que resulta el calificativo de los bajos fondos del monasterio. Un lugar amparado por la Iglesia que no resulta sino un refugio para quienes no tienen donde volver o, en mayor lugar, quienes han sido rechazados por la sociedad. Una idea recursiva que, sin embargo, se aleja de las corrientes narrativas clásicas de la serie de Intelligent Systems y plantea, no solo un nuevo trasfondo que explorar, sino un sistema que sufre variaciones del juego original —de hecho, se trata de un espacio narrativo completamente aislado de nuestra partida principal— para plantear su propia historia.

Una trama que no es, sino, la de Yuri, Hapi, Constance y Balthus, integrantes de la bautizada como casa del Lobo Plateado y condenada a existir en las rumoreadas entrañas de Garreg March. Su historia, al modo de obrar clásico de la compañía, nos llevará a la búsqueda de un antiguo artefacto sagrado mientras, como añadido, descubrimos detalles y secretos que conectarán con la historia principal de 'Fire Emblem: Three Houses', abriendo nuevas posibilidades a través de la misma.

Un cambio de aires

Con todo, la historia del DLC no será lo único que se desmarque del juego principal, sino que lo harán también sus propias mecánicas, mimetizando el concepto con el que arranca el protagonismo de los Lobos Plateados. Por un lado, y como historia adicional que se supone antes del salto temporal del juego, solo tendremos acceso con nuestro avatar, los líderes de las tres casas existentes y un compañero de cada una de ellas: Hilda en el caso de los Ciervos Dorados, Ashe junto a los Leones Azules y Lindhard como acompañante de los Águilas Negras.

Con la llegada de nuestros protagonistas a los bajos fondos del monasterio tendremos también la opción de explorar sus entrañas y conocer a sus gentes —un punto que, sin adentrarnos en spoilers, el título sabe aprovechar con estilo propio—, forjando así una importante conexión narrativa entre los sucesos que nos llevan a investigar el lugar como el imaginario que el juego nos propone a través de sus nuevos escenarios. Un hecho que, como ya decíamos, nos llevará a sufrir cambios, como el hecho de no poder dar clases o potenciar nuestros apoyos a lo largo de la expansión (sí podremos hacerlo de regreso al juego principal, donde también podremos reclutar a los nuevos personajes).

Junto a ello contamos con la destacable adición de cuatro nuevas clases, todas ellas familiares para quienes hayan pasado por 'Fire Emblem: Awakening' y con cierta disposición por las artes arcanas. Así, Yuri cumple el rol de Truhán, un rápido espadachín con la posibilidad de utilizar conjuros. En el caso de Hapi nos encontramos con la clásica clase Valkiria, una unidad montada con amplio movimiento y rango de ataque aumentado capaz de utilizar la magia negra, así como la curativa. Más versátil resulta Constance, que trae consigo la clase Auriga Oscura, suponiendo un cambio desde la clase Auriga que sacrifica el uso de armas por las habilidades mágicas. Por último, Balthus representa la clase Monje Soldado, capaz de utilizar las habilidades de un Púgil con los puños, sumando la posibilidad de curar a sus compañeros con magia.

Todas estas clases, así como los personajes citados, se añadirán al juego principal a medida que avancemos a lo largo de 'En la boca del lobo', ofreciendo un nuevo contenido que oxigeniza el título principal y que, además, se convierte en un perfecto aliciente para aquellas personas que aún no hayan completado todas las rutas del mismo.

Una expansión a tener en cuenta

Por supuesto, esto no es todo lo que acompaña al DLC de 'Fire Emblem: Three Houses', que se acompaña de otros tres paquetes de contenidos descargables que, además de añadir gran cantidad de contenido cosmético —entre otras, la posibilidad de vestir a nuestros personajes de sirvientes o usar el traje de Bailarín en Byleth—, incluye pequeños detalles como el hecho de interactuar con las mascotas de Garreg March, una sauna donde potenciar nuestras relaciones con los personajes, nuevas misiones secundarias y encuentros, además de dos nuevos personajes exclusivos.

En definitiva, 'Fire Emblem: Three Houses' consigue renovarse casi por completo con la adición de su contenido adicional. Un soplo de aire fresco especialmente necesario —sobretodo en lo que conlleva al breve listado de clases disponibles en el juego original— que innova con pequeños pero efectivos detalles que suponen un gran incentivo, tanto para volver al juego como para completar las rutas que puedan haber quedado colgadas.

Además de ello, su último DLC nos ha conquistado con una trama fuerte (aunque, si bien, recae en su recta final) y unos personajes especialmente característicos que componen tan solo un fragmento de su contenido final. A ello debemos sumar una apuesta por la dificultad capaz de atraer al público más veterano con un desafío constante a través de nuestra incursión en el Abismo, que replantea las mecánicas originales y nos obliga a pensar con detenimiento cada movimiento que realicemos, a sabiendas de que puede ser el último para alguno de nuestros compañeros.

Una entrega imprescindible para los seguidores de 'Fire Emblem: Three Houses', que pone de manifiesto las capacidades de Intelligent Systems y su capacidad para reciclarse y ofrecer nuevas experiencias con las que seguir nutriendo su franquicia. Un punto que, sin duda, dice mucho de lo que podríamos encontrarnos en la próxima entrega de la misma.