BLIZZARD

Crítica 'Warcraft: El origen' - Entretenimiento, que no es poco

Duncan Jones trata de llevar el universo 'Warcraft' a una nueva faceta con su incursión al mundo cinematográfico.

Por Xose Llosa 6 de Junio 2016 | 00:26

Curioso el hecho de que 'World of Warcraft', durante muchos años y probablemente todavía a día de hoy, la mayor y más rentable franquicia de Blizzard, es en realidad una aproximación que podríamos llamar spin-off. Antes de 'WoW' ya existía la tristemente olvidada serie 'Warcraft', RTS que enfrentaba orcos y humanos. El universo de 'Warcraft' fue aprovechado primero por Blizzard para dibujar la aproximación más importante de la historia al género multijugador masivo, y definirlo tal y como hoy lo conocemos; luego repitió hazaña en el género de las cartas, nunca popular en videojuegos y hoy jugando como deporte en 'Hearthstone', y ahora una nueva aproximación del universo, en esta ocasión a la gran pantalla de la mano de Duncan Jones. Con la película 'Warcraft' no reinventará absolutamente nada, pero igual que en casos como el de 'Warhammer' o 'D&D', es lógico que Blizzard trate de llevar su franquicia a nuevos caminos.

'World of Warcraft' llegaba a las estanterías en el ya lejano 2004, hace 12 años, y durante este periodo Blizzard llegó a tener picos de clientes que alcanzaron más de 10 millones de jugadores. Es cliente el apelativo adecuado en este caso, ya que eran personas que mes a mes pagan una mensualidad, no precisamente barata, para tener acceso al videojuego. El universo 'Warcraft', en mayor o menor medida, se ha convertido por tanto en parte de la cultura popular, más conocido que Reinos Olvidados, más que 'Warhammer', y rico, muy rico y profundo. Estos 12 años de andadura han sido posibles gracias a la supervivencia a base de contenido constante, de raids, aventuras, runrún de la comunidad que dio lugar a leyendas todavía más gloriosas, novelas de dudosa calidad, y, en último término, un vasto campo sobre el que emerge una contienda y convivencia de razas y especies bajo la Alianza y la Horda. Ahora, la labor de Duncan Jones a la hora de llevar todo esto a la gran pantalla podría ser abordada de dos maneras diferentes: recoger todo ese legado o proponer su propia y particular historia, su aportación a este universo. El hijo de Bowie, director y también guionista junto a Charles Leavitt, se balancea a medio camino de estos dos puntos en su adaptación. Las reglas son básicas en 'Warcraft: El origen', orcos y humanos cara a cara, con una premisa que hasta el niño más niño comprende sin problemas, por el medio, una historia de honor y deshonor donde no todo es blanco, ni negro, ni a la vez demasiado gris. En general es una película a la que es fácil captar los giros, pero que se molesta en presentarlos, y no es la planicie absurda de blanco versus negro que me temía antes de entrar a la sala. La relación entre razas y clanes se muestra con un campo de matices y vértices mayor al simple enfrentamiento orco contra humano.

El precio de la superviviencia

En esta historia los orcos buscan la supervivencia tratando de salir de su mundo, muerto y desgastado. A través de enormes portales encuentran salida hasta Azeroth, el mundo de la Alianza, y su objetivo de conquista para asentamiento. El lenguaje del orco es el de la guerra. La alianza, aquí representada prácticamente al 100% por los humanos, trata de dar respuesta a la invasión, mientras la horda orca vive a su vez una lucha feroz de clanes. Justamente en esta lucha de clanes es donde se encuentra el verdadero interés de la película de Duncan Jones, donde trata de dar el matiz a su historia de fantasía.

Con una producción de blockbuster veraniego, arropada por una campaña publicitaria imponente, y con la fuerza que un nombre como 'Warcraft' representa, el primer impacto es que sea Duncan Jones el elegido para comandar el filme. Cuando me enteré de que el de 'Moon' y 'Código fuente' tomaba las riendas de este proyecto, aplicándose como director y también al guión, un rayo de esperanza se despertó en mí. El prejuicio frente a las películas de videojuegos es evidente y necesario, porque salvo la reiterada 'Silent Hill', no me atrevería a mencionar una adaptación de videojuego que ni siquiera pudiera decir de ella que es recomendable (con 'Warcraft', puedo). Por encima del prejuicio comenzó a resonar para mí el nombre de Jones, un autor alzado a creador de culto gracias a su ciencia ficción, que se atreve con su primera intentona de blockbuster aquí. El destello de estar ante algo más que regocijo para el público infantil, que es lo que siento cuando veo a Michael Bay, es el primer punto a tener en cuenta en este caso. Sin ser una adaptación directa de determinantes puntos de 'Warcraft', me parece imposible de adaptar en este caso de esa forma, el respeto al universo también queda patente, y no cabe duda de que Jones se ha tomado en serio el universo Blizzard. Sin embargo, me quedo con la sensación de que se ha conformado en rascar sólo la superficie. Siendo una película entretenida, siendo en algún momento épica, y también en algún otro momento rápida, desordenada e incluso cutre, creo que Jones traslada el lore de 'Warcraft' en detalles concretos, pero no es capaz de envolver el conjunto con la fantasía de Blizzard. En su representación del universo hace una aproximación en exces genérica, que trata de suplir con el peso de los personajes: Anduin Lothar (Travis Fimmel), Garona (Paula Patton) y Durotan (Toby Kebbell). Le falta, en general, la épica a la que nos malaconstrumbró Jackson con 'El Señor de los Anillos', y para encontrar el referente de Jones habría que olvidarse por completo de la Comunidad del Anillo y mirar más atrás, al tono ligero del cine de aventuras ochentero y noventero, que se encuentra ahora con los efectos visuales que un blockbuster que se preste necesita hoy día, y muchas dosis de acción, porque sobre todas las cosas esta es una película de acción.

Ragnar Lodbrok - Travis Fimmel - Anduin Lothar

El protagonista de esta historia es una cara conocida, Travis Fimmel, Ragnar Lodbrok en 'Vikings', que capitanea la alizada. Fimmel aquí sigue interpretando exactamente Ragnar, con su media sonrisa y su mirada a medio camino entre lo perturbador, sádico y divertido. El Rey es Dominic Cooper, el Predicador de la nueva serie de AMC y que pasa muy desapercibido aquí, y seguramente las interpretaciones más interesantes las encontramos del lado de los orcos: a destacar el papel de Paula Patton, una mestiza orca, que es la llave de esta historia, la que se mueve entre dos aguas, la Ygritte de Duncan Jones. 'Warcraft' es una historia sobre los orcos. La lucha de poderes, de intereses, mover la óptica a las motivaciones de la especie invasora. Si Jones tiene un acierto en la película es centrar su foco justamente ahí, y dejar a los aburridos y siempre perfectos humanos en un segundo plano.

Parece que uno se deba sonrojar al salir de la sala asumiendo que sinceramente se ha entretenido, asumiendo que esta no es una película brillante, pero es una muestra de fantasía ligera al que hace tiempo que no acudía. Es muy fácil buscarle las cosquillas a 'Warcraft: El origen'. Muy fácil. Pero la película es tan humilde, en el mejor de los sentidos, que ese es en cierto modo un juego cruel. Son un par de horas de espectáculo sin ninguna pretensión, dos horas de entretenimiento y fantasía que no me arrepiento de haber dedicado invertido. En su virtud encuentra el peor de sus pecados: lo que nos pone en pantalla es simple hasta el extremo; mientras que en los tres o cuatro momentos que podría haber tenido la capacidad de crear cierto clímax de tensión, se precipita una y otra vez echándolos por tierra. En conclusión, entretenimiento para el fan de la fantasía y/o 'Warcraft', que no es poco.