JRPG DE VUELTA

'Xenoblade Chronicles 2': La nostalgia por el RPG japonés

Primeras horas en 'Xenoblade Chronicles 2', uno de los juegos más imponentes que tiene el catálogo de Nintendo Switch en estos momentos.

Por Xose Llosa 6 de Diciembre 2017 | 18:37

'Xenoblade Chronicles 2' es, en primer lugar, una zambullida de nostalgia. No sólo para el que espera después del par de entregas recientes de la franquicia, sino para el nostálgico del rol japonés de su época dorada. Posiblemente aquí necesite, en primer lugar, rebuscar en vuestra memoria: mientras que el rol japonés hoy busca defenderse como puede en las estanterías, en los tiempos de los 32 y, sobre todo, los de los 128 bits, los occidentales descubrimos el JRPG. La industria, comandada por los creativos japoneses, encontró en el RPG como la herramienta más espectacular para contar grandes historias. Un género con gran trayectoria en Super Nintendo, pero del que los usuarios occidentales nos habíamos visto muy privados por la alta exigencia de la localización de textos, ya no digamos los europeos. Sin embargo, durante los tiempos de 32-128 bits el RPG japonés era el género imperante. Y si no el imperante, uno de los protagonistas. A partir de ahí, y no me detendré a analizar las causas, decadencia, giros, producciones cada vez más pequeñas, y pocos destellos más allá de la saga 'Final Fantasy', como pueden representar los 'Xenoblade', 'Tales of' o 'Lost Odyssey' para recordarnos un pasado que ya no es. Evidentemente el JRPG ha buscado su lugar a lo largo de estos años, y sagas como 'Persona' han venido a reinventar ideas con mucho éxito, o 'Nier', que también está al día. Pero, lo relevante de 'Xenoblade Chronicles 2' surge cuando, en muchos aspectos, resulta aplastantemente conservador, nostálgico... maravilloso.

Fight!

El sistema de combate de 'Xenoblade', hablaremos en mayor detalle de él cuando nos lancemos al análisis, funciona. Funciona muy bien. 'Final Fantasy XV', sin ir más lejos, ha bebido mucho del trabajo de Monolith, y posiblemente le quede todavía mucho por aprender. La propuesta caótica desde fuera, posiblemente lo estéis contemplando en el gameplay, cuando uno está metido dentro del videojuego se convierte en un entorno exigente, ordenado y más estratégico que volcado a su aparente acción. La fluidez de entrar y salir del combate, de establecer los ataques, de ver progresar a tu personaje, evidentemente hace de todo este sistema una maquinaria tremendamente fluida, pero nunca descerebrada. El control del jugador en el sistema de combate de 'Xenoblade' es total y rotundo. Repito, aunque viendo un vídeo no lo aparente.

Sin embargo, el sistema de combate defiende el aspecto más innovador de 'Xenoblade Chronicles'. Si me quiero zambullir en la reivindicación de la estela clásica del género tengo que llegar a los aspectos narrativos: no sólo a la historia, sino que debo entrar directamente a la construcción y secuenciación de acontecimientos, a la relación entre personajes, al cliché, incluso a los temas que fundamentalmente se tratan, relacionados con el deber, la heroicidad, y el a-b-c de las obsesiones éticas japonesas.

Sin duda, alude al cliché, al entusiasmo japonés, a la pureza de un protagonista que aprende a palos en la vida, y no aparta la sonrisa. Alude a la estructura clásica compensando los momentos de profundidad con destellos de humor. Pero sabe manejar las secuencias de diálogo y las relaciones entre los personajes, haciendo de un grupo de amigos algo muy satisfactorio, algo que, por volver a 'Final Fantasy XV', Tabata y los suyos también supieron plasmar muy bien. En 'Xenoblade Chronicles 2' se intuye la armonía en todos los elementos, y la defensa de un juego indiscutiblemente centrado en una historia y unos personajes que la construyen de manera interesate.

La profundidad

Así, yo no soy un ferviente enamorado de 'Xenoblade Chronicles X'. Entendiendo lo que representa ese juego en Wii U, pero el ritmo de la historia evolucionaba a un ritmo en el que se convertía en un pero para el jugador. Esperar demasiado tiempo para lo bueno. Aquí está, en realidad, una de las señas de Monolith en su obra: la exigencia. Son juegos que dan mucho al que decide hipotecar una parte de su tiempo en ellos. 'Xenoblade Chronicles 2' es un juego desconfiado: no te abre las puertas de tu casa a la primera de cambio, sino que primero quiere que os conozcáis y comprendáis un poco, para luego convertirse en ferviente amante, y tú de él. Así, con 'Xenoblade Chronicles X' no me entendí, quizá no tuve la suficiente paciencia, pero la gran diferencia está en que 'Xenoblade Chronicles 2' comienza con una historia. Con un prólogo absorbente, para presentar un universo muy interesante, y, lo más importante, abierto al perpetuo conflicto. En pocas horas has recorrido mucho de la mano de tus personajes, los has comprendido, y sin darte cuenta te has vinculado para con el ímpetu de conocer más.

Sin embargo, y en el fondo de estas primeras impresiones, lo que me apetece verdaderamente destacar de estas sensaciones iniciales con 'Xenoblade Chronicles 2' responde a que, en la raíz de la nostalgia que me despierta este juego está algo que supongo crucial para una aventura que va a exigir unas decenas de horas: 'Xenoblade Chronicles 2' que ofrece la perpetua promesa de descubrimiento. Como en 'Zelda', cada paso camina en la dirección de comprender el mundo de una manera más profunda. La bocanada de nostalgia ante un juego de rol se relaciona a la idea de parapetarse frente a universo desconcertante, que no impone más objetivo que descubrir, y el viaje de descubrimiento hace grandes estas aventuras. 'Xenoblade', volvemos a la idea previa y avanzamos sobre ella, presenta un mundo de fantasía que cataliza nuestra perplejidad, y deja claro desde el primer momento que la obra en su conjunto esconde complejidad y profundidad, con, una vez más, el objetivo primero de zambullirse en un viaje de descubrimiento. A partir de ese instante, posiblemente la exigencia se convierta en una pieza fundamental de una aventura que nos pretende amarrar muchas horas, ya que sin la recompensa de destapar capa a capa un entorno o historia rica, lo anodino termina comiendo terreno generando el aburrimiento. Queda decidir, ahora, qué clase de jugador queremos ser: el cómodo o el atrevido. En el fondo surge la intuición de que hablamos mucho de los videojuegos en vacío, sin comprender la interacción que se establece entre lo que el juego propone y exige y lo que el jugador dispone y reclama.

Tomad este artículo como unas impresiones, como un viaje de nostalgia, y en unos días os podremos contar más en un análisis de la profundidad suficiente que requiere una obra de tal magnitud. Por lo pronto, seguimos.