ANÁLISIS

'Metro: Last Light', medalla de oro en ambientación

Los supervivientes y las estaciones de metro nos hacen experimentar con todo lujo de detalles la realidad de un mundo devastado por una guerra nuclear.

Por Alberto Duque 13 de Mayo 2013 | 18:00

Resulta difícil elegir por donde comenzar a destripar la nueva obra del apocalíptico y sorprendente universo de la mente de Dmitry Glukhovsky y es que cada aspecto de 'Metro: Last Light' impresiona más que el anterior. Este título amplía la experiencia de su predecesor llevándola a un nuevo nivel mucho más rico en detalles. Todos aquellos que seáis neófitos en la franquicia os perderéis algunos detalles a nivel emocional del personaje y puede que os sintáis algo confundidos con respecto al tema de las facciones y las relaciones con algunos personajes.No obstante el juego tiene una introducción, aunque críptica, bastante aceptable como para comprender gran parte del argumento.

La búsqueda de los "Oscuros" continúa

Las huidas frenéticas y las cinemáticas hacen acto de presencia a lo largo de nuestra aventura pero de forma puntual y oportuna añadiendo unas acertadas gotas de tensión y emoción que hacen la narración mucho más distendida. Artyom se tendrá que enfrentar a los fantasmas del pasado y a sus errores ya que es el responsable de la aniquilación de una especie que solo intentó contactar con el. En efecto, los "Oscuros" serán el epicentro de la historia una vez más y por fin se revelarán sus intenciones y el destino de los ciudadanos del metro de Moscú. Entre tanto, fascistas, comunistas y gangsters se irán interponiendo en nuestro camino hacia la verdad.

La misión de nuestro personaje será la de encontrar al último Oscuro y según las órdenes de nuestros superiores, eliminarlo. No obstante, Khan, uno de nuestros compañeros en el primer juego tiene una teoría contraria a la del ejército Espartano al que pertenecemos. Según él, existe un secreto tras estas criaturas que podría salvar a toda la población superviviente de su cruel destino. "Los reyes del pasado eran enterrados en grandes fosas subterráneas no sólo con todas sus riquezas sino también con sus familiares y sirvientes aún vivos para que les pudieran servir en la otra vida. Estos bunkers me recuerdan a eso..." relata el carismático personaje en una de sus habituales epifanías.

El metro de Moscú respira vida

Uno de los detalles que más nos ha sorprendido es la ambientación la cual supone un triunfo absoluto en lo que se refiere a survivals horrors en primera persona. Temblaremos de miedo cuando nuestro camino nos obligue a adentrarnos en los territorios de las arañas y escorpiones mutantes. Estos son unos de los enemigos más desesperantes del juego puesto que su mecánica de ataque es muy errática e impredecible. Por si fuese poco su cuerpo esta cubierto por una coraza impenetrable pero fotosensible, así que aunque parezca increíble, nuestra linterna será mucho más efectiva que todo nuestro arsenal. A estos le siguen un abanico de aberraciones genéticas fruto de la radiación como gambas gigantes y mantis religiosas del tamaño de un oso para los que seremos un plato de cinco estrellas.

Cada estación tiene un carácter propio y sus habitantes presentan comportamientos muy diferentes según en cual nos encontremos. Malabaristas, cuentacuentos, mendigos, prostitutas, vendedores ambulantes... el metro de Moscú es un entorno vivo que respira junto a nosotros y cada esquina y callejón tiene una historia distinta que contarnos. Si prestamos atención podemos escuchar los relatos de personas que cuentan como era su vida en el exterior antes de que cayeran las bombas atómicas.

Asesina desde las sombras

En el campo de batalla, la oscuridad será nuestra mayor aliada ya que nos oculta a la vista de nuestros enemigos humanos. Sabremos si estamos a salvo de sus miradas gracias a un detector de luz que Artyom lleva en su reloj, un pequeño led azul que se ilumina cuando somos visibles. Como detalle curioso este reloj también nos indicará la hora real, para que sepamos cuánto llevamos jugando y no se nos vaya el santo al cielo. Por otra parte el exterior del metro no nos ofrecerá este tipo de ventaja táctica y nos obligará a llevar puesto en todo momento la máscara de gas, cuyos filtros tienen la mala costumbre de agotarse con gran rapidez así que tendremos que actuar lo más rápido posible. Como plus de peligrosidad se suman las condiciones meteorológicas como la lluvia, que en muchos de los niveles nos impedirá apuntar con precisión a nuestros enemigos.

Los soldados son fáciles de eliminar de forma sigilosa pero si nos descubren pueden causar daños mucho mayores que los de cualquier otra criatura del juego. Podemos elegir entre rajarles el cuello con nuestro puñal de combate o por contra ser algo más benévolos y dejarlos inconscientes. Por otra parte, ocultarnos en la oscuridad no servirá de nada frente a los monstruos así que en un enfrentamiento directo contra ellos no tendremos más remedio que buscar cobertura, cubrirnos las espaldas y apretar el gatillo.

Seguiremos sufriendo escasez de munición al igual que en la primera entrega y tendremos que elegir con cuidado el destino de cada una de nuestras balas. Lo mejor será que no le cojais demasiado cariño a vuestro inventario ya que de vez en cuando nuestro camino nos enfrentará a situaciones en las que el enemigo nos despojara de todas nuestras armas. De la misma forma, las actualizaciones y mejoras de nuestro arsenal serán algo vital para configurar nuestro estilo de ataque. Tenemos silenciadores, mirillas, extensiones de cañón, empuñaduras y un conjunto de armas arrojadizas como dinamita y cuchillos. Nuestro mechero en forma de bala también será de gran utilidad para arrojar algo de luz cuando la batería de nuestra linterna se agote y para quemar las telarañas que entorpecen nuestro paso y nos ralentizan convirtiéndonos en un blanco perfecto para nuestro enemigos.

Sobre el sistema de control hay pocas cosas que se puedan señalar ya que es bastante sencillo e intuitivo, la curva de aprendizaje se estrecha conforme pasamos las dos primeras misiones que no son más que un tutorial maquillado. Hay acciones bastante curiosas para interactuar con el entorno, como cuando se nos mancha el cristal de la máscara y pasamos la mano por delante para quitarnos algo de mugre y poder ver lo que tenemos delante.

Un conjunto del que enorgullecerse

Como conclusión diremos que salvando un pequeño problema con la iluminación y las texturas que se solapan cuando tenemos demasiados puntos de luz a nuestro alrededor, el resto del juego en su conjunto tiene todos los componentes necesarios como para entretenernos y transmitirnos toda la emoción de las novelas de Glukhovsky. El sonido y la ambientación se llevan la medalla de oro y en cuanto a la jugabilidad, está a la altura de nuestras expectativas sin ofrecer ningún novedad reseñable.

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