ARTE VISUAL

Análisis de 'Dragon Quest XI: Ecos de un Pasado Perdido' para PS4. Una deliciAAA

El rol fantástico con estética anime encuentra su mayor exponente con esta auténtica obra de arte.

Por José Antonio Rodríguez Gómez 25 de Septiembre 2018 | 07:54

'Dragon Quest XI: Ecos de Un Pasado Perdido' es un juego que ha seguido una extraña trayectoria de camino a su lanzamiento, pues ha sido el centro de atención de la mayor parte de los usuarios como "ese título que pinta tan bien y que podría llegar a Nintendo Switch". La decepción ha sido general cuando el título no ha pisado aún las estanterías de la híbrida, pero todo aquel que se ha girado y ha mirado de cara a la versión de PS4 o PC, ha caído víctima de un enamoramiento directo: estamos ante posiblemente, una de las obras más "finas" en el territorio del rol con inspiración anime desde 'Ni No Kuni'. Una pasada absoluta a nivel visual, y un derroche de buen gusto. Acompañadnos en nuestro periplo, con ecos de aquel Rey Maldito de hace ya cierto tiempo...

Tras una reflexión y después de disfrutar del excelso apartado técnico de que hace gala este 'Dragon Quest', acabamos dándonos cuenta de que consigue de manera impresionante algo que antaño no se había podido: es el perfecto juego de rol que revive la fórmula de los clásicos de SNES pero haciendo con el apartado técnico lo que aquellos, en su momento, podía solo imaginar. Poblados pequeños y clásicos, ciudades llenas de color, cielos con amaneceres y anocheceres, y la estética de Akira Toriyama que permite que las animaciones, gracias a su brutal trabajo gráfico, estén a la altura de las expectativas. Parece que hemos puesto un OVA de anime y lo estamos disfrutando. De hecho, no notábamos una ambientación tan conseguida e intensa en el campo de los RPG desde 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild', salvando las diferencias obvias, claro está.

Uno de los elementos más interesantes de este juego es su respeto. Un respeto por la saga y por el pasado que se traduce en muchos sentidos: estéticamente luce bien y con fidelidad al estilo de la saga, a nivel argumental es perfectamente clásico y a la vez lógico "dentro de la fantasía" para ofrecer espectáculo de alto nivel... y por supuesto, mantiene los combates por turnos. Y creednos, como un fan del rol de los 80/90... eso le gusta a todo el mundo. Hablemos del argumento, para empezar:

Una historia llena de sentimientos

La llegada a la madurez de un personaje suele ser el momento en el que muchos juegos de rol ambientan su trama, haciendo un gran trabajo para emocionar al usuario que, en parte, siente reflejada su etapa de paso de la niñez a las obligaciones. El alejamiento del hogar también es parte importante, con calurosas despedidas teñidas de drama por el alejamiento de un ser querido que nos ha cuidado durante años; ese alguien que tal vez no era siquiera de nuestra familia. En ese sentido, 'Dragon Quest XI' establece un nexo importante con la introducción de un auténtico clásico: 'The Legend of Zelda: The Wind Waker'. Esta vez sin un barco parlanchín de por medio y sin agua de color Gatorade, pero con un mundo inmenso por descubrir. Nosotros somos el elegido, aquel al que, en una referencia casi directa al Antiguo Testamento bíblico, salvaron dejando en una cesta río abajo para ser recogido y criado a salvo. Llegada nuestra edad adulta, se destapa el misterio: nos entregan un colgante que indica quién somos y cuál es nuestro destino.

Partimos al castillo, donde se nos recibe como al auténtico elegido... y rápidamente, se levanta una conspiración que nos amenaza tanto a nosotros como a nuestra aldea. Toda una tragedia que sirve para que empecemos a conocer a los personajes más interesantes y escapemos de la prisión para ayudar a los nuestros... pero todo relacionado con una profecía y una marca en nuestra muñeca que indica que tal vez los dioses tengan algo que ver con nuestro control sobre los rayos y una habilidad que siempre ha dormitado en nuestro interior... La trama nos va a llevar a los lugares más recónditos y a vivir aventuras pasando por tierra mar y aire en un entorno que parece no tener límites. En ocasiones, nos moveremos a caballo por los inmensos escenarios, una manera excelente de evitar enfrentamientos que de otra manera son imposibles de sortear.

A las armas

Y es que por supuesto hay combate para aburrir. No hablamos ya solamente de los inevitables enemigos de enorme tamaño a modo de "jefes finales", presentes en cada parte del juego, sino de los enfrentamientos contra los "malos" de turno que nos asaltan por los escenarios. Son completamente visibles, si bien a veces pueden agruparse y aparecer más de uno en batalla pese a que solo visualizásemos a alguno de ellos. Luchemos solos o en grupo, el funcionamiento es tan profundo como simple (ergo satisfactorio): elegimos ataque, movimiento defensivo, ataque/magia especial u objeto de efecto en el combate, por turnos, hasta acabar con la barra de HP del enemigo.

Pero esto supone una enorme profundidad por la enorme cantidad de combinaciones disponibles. Hay, como cabe esperar, magias de diferente índole y que provocan más o menos daño a según qué enemigos. ¿Pero qué ocurre? Que todo esto se ve modificado por nuestra subida de nivel y, lo más importante, por la manera en que nos armamos y protegemos. Y es que el equipo del personaje tiene una importancia capital en este juego de rol, de hecho, mucho más de lo que habíamos visto en la saga. Basta con pasar por el mercader o hacer looteo de los elementos que sueltan los enemigos para, poco a poco, ir mejorando y afrontando los combates de manera más resuelta.

Vamos a lo importante. ¿Es divertido?

Vamos a ser directos: 'Dragon Quest XI' sí es divertido, pero no solo eso. Es enorme, completo, lleno de combinaciones posibles para los combates y con 60 horas de historia algo más lineal que en otras entregas pero igualmente disfrutable. Y todo aderezado con el citado apartado gráfico de altísimo nivel. Sí, es una compra ideal si somos fans de los juegos de rol, y sobre todo si nos gusta la saga y deseamos ver una auténtica evolución en el sentido más visual, más allá de mantener el espíritu de la saga casi totalmente intacto (siempre, todas estas afirmaciones, salvando las distancias).

Solo superar la campaña sin pararnos a nada más ya vale la pena, y la cantidad de horas que ocupa explican perfectamente el tiempo que ha tardado en llegarnos y también es un justificante más que interesante para el precio que tiene de salida. Ahora ya depende de cada uno el tipo de juego por el que siente predilección. Podemos opinar, pero solo en contexto. Por supuesto, habrá quien lo verá aburrido.

Conclusiones

Valorar 'Dragon Quest XI: Ecos del Pasado' es incluso difícil, porque basta con tener algo de gusto por la cultura audiovisual para empezar a disfrutar desde el instante en el que empezamos a jugar y lo vemos en movimiento. Enemigos que van de lo aterrador a lo encantador, un juego muy colorido y lleno de espacio, enfrentamientos y una historia que se desarrolla de manera directa pero sin obviar los objetivos secundarios. Y decimos que es difícil porque cuando llevamos ya poco más de la mitad de la historia, es imposible no rendirse si nos gusta el género. Menudo juegazo.