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Crítica 'Westworld', la serie que quiere tomar el testigo de 'Juego de Tronos' en HBO

HBO quería traer al sustituto de 'Juego de Tronos' con 'Westworld', dos géneros completamente distintos, pero ahora ya no puedo vivir sin ninguna de ellas.

Por Sara Menéndez Espina 3 de Octubre 2016 | 11:25

Siempre me ha fascinado la imaginación y creatividad de los autores de ciencia ficción por su capacidad para crear debates éticos sobre invenciones y situaciones que, quizá aún, no existen. Por eso y porque creo que ayudan a pensar en lo que sí tenemos y lo que no deberíamos hacer. La ética en el progreso tecnológico puede ir encaminada en dos vías, una, la clásica, sobre las implicaciones que tiene la tecnología o inventos en sí. La otra, sobre la desigual gestión de recursos que hace que, por ejemplo, hoy en día estemos investigando cómo colonizar Marte cuando no somos capaces de dar de comer a medio planeta Tierra.

Hace años acudía a ciegas a ver una película, 'Nunca me abandones'. Entramos en la sala de cine para ver una historia que supuestamente enseñaría el valor de la amistad y el amor. No sé cómo se levantaron ellos y ellas de la butaca, porque yo me fui a casa rumiando sobre la crueldad del androcentrismo en la que caemos una y otra vez. 'Nunca me abandones' trata sobre tres jóvenes que, sin saberlo, son clones de seres humanos cuyo fin en sus cortas y falsas vidas era el de ser sacos de reserva de órganos para hacer trasplantes a los hombres y mujeres "originales" cuando cayeran enfermos. No solo era cuestionable convertir sus vidas en un engaño y sin sentido, sino el hecho de que a las personas no les importara.

Por otro lado, las creaciones humanas en la ciencia ficción también tienen su lado más oscuro. Un lado que nos repugna y que no siempre sabemos si tiene su origen en un diseño o muy deficiente, o muy bueno/muy humano. La película que tengo en estos momentos en la cabeza es 'Ex Machina'. La creación de seres, ya sea en modo de clones o robots, nos hace reverberar la idea de Dios y la creación del hombre y la mujer a su imagen y semejanza. Pues bien, nosotros también jugamos a ser nuestra idea de Dios, pero siempre mezclado con intereses económicos y/o androcéntricos. Todo tiene que estar a nuestra merced: la naturaleza, los recursos, los animales, y también los pseudohumanos que hemos creado en el cine y también queremos imitar en la realidad.

Todo estas ideas me pasaban por la cabeza mientras veía, por fin y con toda la expectación del mundo, 'Westworld'. Para ambientar la historia, nos movemos un poco hacia el futuro, en el que hemos llegado a construir son robots antropomorfos que difícilmente se podrían diferenciar de los humanos. Con ellos Anthony Hopkins ha construido su propia versión del Parque Jurásico, un centro de ocio temático en el que los "idiotas ricos" (cojo la expresión literalmente de la serie) van a divertirse jugando a los vaqueros en un mundo 100% convertido en la época del Oeste, donde los robots son parte de él, pero mientras juegan su papel no saben que son una pieza más, sino que piensan que sus vidas son reales. Pero todo esto ya lo sabemos y no quiero aburrir contando, una vez más, de qué va la serie.

¿Pero es como dicen de buena?

Lo primero, responderé a esta pregunta que nos hemos planteado este tiempo, y cuya respuesta supongo que a nadie le sorprende: sí, está a la altura de las expectativas. Sí, te va a gustar, todo el mundo va a hablar de ella. ¿Va a ser un gigante de HBO? Lo decidiremos todos cuando acabe, pero por ahora no me quedan muchas dudas.

Me ha parecido cómico cómo la tontería de los ricos se entremezcla en un mundo ficticio, me parece repugnante el uso de prostíbulo que tiene para muchos de los visitantes, me parece triste el repetir una y otra vez el mismo día para los anfitriones, me parece cruel que tengan emociones porque así se las han programado, me parece brillante el comienzo de un nuevo día al ritmo de una pianola que toca las notas que le marca la hoja perforada. Me parece absolutamente intrigante el personaje de Ed Harris, y me ha conmovido escuchar una versión adaptada de 'Paint it, black' de los Rolling Stones.

Western futurista, ¿qué puede fallar?

El parque jurásico que nos presentan en Westworld parece empezar a derrumbarse, algo pasa, nadie lo entiende, las moscas hablan, nunca sabes dónde acaba la programación y comienza la improvisación. Poco a poco vamos entendiendo el funcionamiento de este parque, donde hay antagonistas tanto dentro como fuera. Es realmente inquietante, y también genera mucha intriga, esa que en los capítulos de estreno se quiere mantener para enganchar al espectador, pero que no siempre se consigue. En un momento de la serie podemos escuchar a un personaje decir que son los detalles los que hacen a los visitantes enamorarse de los huéspedes, como tocarse suavemente el labio. Pues son los detalles de la serie los que enamoran al espectador, esos pequeños pero explícitos mensajes con los que anuncian que no todo va a ser un bello día con una puesta de sol en las anaranjadas llanuras.

El género western vuelve a cobrar simpatía en el siglo XXI, así que no hay mejor momento que este para adaptar la película original, de 1973. Ya en esa década, Michael Crichton cambió los western de verdad por esta mezcla de futuro y pasado. Sólo una serie con ambición y capacidad de cumplir lo que promete puede estar a la altura de la importancia que esta mente creativa tuvo para la ciencia ficción.