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Crítica 'Glow', de Netflix: Wrestling, feminismo y medio gramo de coca

Comedia y wrestling en la serie de Netflix recién estrenada. Una de las apuestas a lo grande del servicio de streaming para el verano de 2017.

Por Xose Llosa 27 de Junio 2017 | 00:24

No me interesan en absoluto los espectáculos de lucha libre. A duras penas podría mencionar media docena de luchadores, y no dudéis de que vendrían a ser los más reconocibles e históricos del panorama. Mientras los críos de los noventa trasnochaban los viernes para ver Wrestling en Telecinco, yo sólo esperaba a que aquello terminase para el concierto de Rosendo o Extremoduro de rigor. ¿Todo esta explicación por qué? Porque a pesar de todo esto, 'Glow', una serie vinculada al mundo de la lucha libre, me ha fascinado. Lo ha hecho porque en realidad no es una serie sobre la lucha libre, sino que es una serie sobre un grupo de mujeres en un momento crítico de su vida por unas u otras razones que tratan de buscar su lugar a través del empoderamiento. La lucha libre es sólo un escenario, muy atractivo, eso sí, para que todas encuentren su sitio.

Hace algún tiempo en Zonared nos empeñamos en romper tópicos sobre este espectáculo, a medio camino entre la interpretación y el deporte. En este vínculo es donde se sitúa la serie. Lo nuevo de Netflix recorre el camino por el cual se construye 'Glow', un espectáculo de lucha femenina para la televisión de los 80'. Arrancamos desde el propio casting hasta que la maquinaria comienza a funcionar. Así, un grupo de doce mujeres coordinadas por un director de cine de serie B avezado a la cocaína, inicia el camino a la independencia. Parten de vidas en ocasiones solitarias; otras pisoteadas; problemáticas, cotidianas en último término, a las que tratan de poner orden por medio de un trabajo, por medio de un espectáculo. Se introducen sin miramientos en un mundo principalmente dominado por hombres, sin pensar en exceso, dejando complejos atrás, y haciendo piña.

Carly Mensch, aterrizada desde el equipo de producción de 'Orange is the New Black', crea esta nueva serie junto a Liz Flahive. Rebuscando en la ficha del equipo técnico de 'Glow' comienzan a aparecer más nombres reconocibles de 'Orange is the New Black' entre el equipo de guionistas, como Jenji Kohan, y entre las directoras de episodios, como Jesse Peretz o Wendey Stanzler.

La combinación de 'Glow'

La receta de 'Glow' no es secreta. Nacida de la coctelera del éxito de Netflix, los puntos de unión con 'Orange is the New Black' son palpables en tono, tipo de humor, e ideas sobre las que gira. Tampoco se escapan los cardados y neones que nos recuerdan que esto son los 80', porque es sabido que tras el éxito de 'Stranger Things' "los 80 tiran". El logro es que, pese a todo, 'Glow' consigue resultar refrescante. Absorbente. El éxito de Liz Flahive y Carly Mensch responde a la capacidad de superponer la frivolidad y la comedia sobre la moralina, mientras que siguen manteniendo de relieve temas poco frecuentes en la televisión. El empoderamiento femenino se impone como tema nuclear de la filmación, sin que por ello se aproxime nunca al documental. Sin que por ello deje de ser, en esencia, una comedia bastante ligera.

'Glow' hace reír como lo hacen los viejos británicos. Un puñado de mujeres ajenas al deporte se suben a un ring entre la torpeza, el ridículo y el traspiés. Entre la carcajada y lo incómodo de la vergüenza ajena enlazo episodios en mi cola de reproducción, para fulminar la temporada entre una noche y una mañana.

Sin embargo, correr por los episodios ha sido demasiado sencillo, lo que no es bueno por necesidad. 'Glow' refresca en su puesta en escena, una comedia contenida e inteligente que invita a la reflexión, y sorprendente en los temas sobre los que quiere hacer pensar. Sin embargo, por debajo de todo eso se esconden con poco éxito esquemas predecibles. Resulta sencillo apostar por el desenlace de todas y cada una de las líneas que se abren desde el primer instante en el que la serie comienza. Así, no devoro los diez capítulos presa de la intriga. Ni siquiera lo hago por que el final despierte interés. Simplemente continué reproduciendo y reproduciendo, porque, como 'Orange is the New Black', permite que me asome a una visión frívola y despreocupada para situaciones vitales verdaderamente complejas. De alguna forma, los personajes de 'Orange' y de 'Glow' coinciden al lograr ser plenamente conscientes de la crueldad de su contexto, alejados de toda ensoñación idealizada, pero a la vez presentarse como sorprendentemente adaptables y proactivos. No hay drama. Así, el grupo de mujeres de 'Glow' presentan todos los problemas que hoy día podemos reconocer en nuestros grupos cercanos: escaso éxito profesional, bajos recursos económicos, problemas familiares profundos... pero lejos del bote de antidepresivos, como si el gimnasio de lucha libre fuese un demente grupo de apoyo mutuo, sólo saben pensar en el siguiente paso con la mirada al frente. En la perniciosa decadencia posmoderna, 'Glow' es un balón de oxígeno frente a la pasiva e insidiosa rabia tuitera.

Una docena de mujeres, un productor y un director. Un puñado de caras que se reparten de manera excesivamente desigual el protagonismo, funcionando la inmensa mayoría de ellas como fondo para la trama, centrada, sin duda, sobre el trío de Alison Brie, Marc Maron y Betty Gilpin. Las dos protagonistas del espectáculo arrastran una historia familiar que sirve como desencadenante para 'Glow', y que sigue unos pasos muy fáciles de prever firmando una trama principal mucho más aburrida que las microhistorias del resto del reparto que salpican los episodios.

No obstante, la elección protagonista es espectacular. Comenzando con Alison Brie, 'Mad Men' o 'Community', que encuentra como el contrapunto para su arrojo la mirada torcida de Marc Maron, desesperanzado y arrastrado, quizá protagoniza los momentos de humor más agudos de la ficción. Betty Gilpin es otra de las caras reconocibles, aquí como la estrella del espectáculo, y con el papel anclar a la tierra la serie. En su personaje, con una situación de pareja muy perniciosa y reconocible, se representa lo más relevante que 'Glow' quiere contar en cuanto empoderamiento femenino.

Conclusión

'Glow' es una serie que zigzaguea entre lo convencional y lo rompedor. Predecible en cada trama, y de desarrollo y consumo rápido. Sin embargo, genuinamente trascendente. Su mensaje, su universo, sus personajes y la agudeza con la que está escrita, la convierte en todo un viaje descubrimiento. Es fácil reducir una serie como esta en un discurso malintencionado, que, sin duda, estaría obviando la genialidad de 'Glow', una obra feminista más relevante y brillante de lo que puede aparentar. Encima divertida.