REVIEW

Análisis 'Degrees of Separation': En busca de un destino simétrico

Analizamos 'Degrees of Separation', una aventura de puzles escrita por Chris Avellone en la que debemos hacer que dos personajes lleguen a un mismo destino.

Por Roberto Pineda 22 de Febrero 2019 | 12:00

Moondrop nos presenta 'Degrees of Separation', un viaje repleto de rompecabezas protagonizado por Ember y Rime, dos jóvenes desconocidos que están condenados a entenderse. Una aventura a través de un mundo de contrastes en el que nada es lo que parece y una historia en la que ha participado el mismísimo Chris Avellone.

Se buscaban sin conocerse...

Como en un cuento, el juego cuenta con una voz femenina que hace las veces de narrador que y nos va introduciendo a la historia. El propio Chris Avellone aseguró que nunca había trabajado en algo así a pesar de su envidiable carrera como diseñador y guionista ('Planescape: Torment', 'Icewind Dale', 'Star Wars: Knights of the Old Republic II: The Sith Lords', 'Fallout : New Vegas'...). Dos personajes, Ember y Rime, despiertan de repente —cada uno por su lado— y por alguna razón inexplicable, se sienten obligados a salir de casa y echar a caminar con un destino marcado; no saben lo que encontrarán al otro extremo, ni siquiera podrán tocarlo, pero no pueden evitar continuar hasta alcanzarlo.

...Y se encontraron

En los escasos minutos que dura este viaje inicial, la voz que nos acompaña nos explica que Ember viene de un lugar muy cálido, mientras que Rime hace lo propio desde un entorno gélido. Ella es el calor; él es el frío. Porque las cosas de dos no funcionan si uno no quiere. Conforme uno se acerca al otro, la región del primero experimenta un cambio de temperatura fruto del inminente choque. Hasta que llega el momento y se encuentran, descubriendo que lo que uno genera no es capaz de sobreponerse por encima del otro. Están condenados a entenderse sin renunciar a lo que son, aceptando lo que es el otro, algo en lo que cualquiera que haya disfrutado —y sufrido— de ciertas vivencias encontrará una curiosa metáfora. Porque si las dos partes quieren, pueden. Como la vida misma.

Es a partir del esperado momento cuando comprendemos que el viaje no ha hecho más que comenzar. Un viaje con un destino incierto, en el que las cosas no siempre son lo que parecen y en el que el verano es invierno, y el invierno verano. Asimismo, no hay que olvidar que hay ocasiones en las que el camino es más importante que la meta, ya que en 'Degrees of Separation' no importa lo que hay al final del camino, sino lo que vamos encontrando a lo largo y ancho del mismo. En cada cueva, en cada estructura, en cada rincón. Eso sí, no hallaremos ni la mitad de la mitad si no aceptamos que dos son más que uno.

La unión hace la fuerza

Como podéis imaginar, el juego nos propone ponernos a los mandos de ambos personajes y sacar a relucir nuestro ingenio para poder avanzar gracias al uso de las estaciones que les acompañan permanentemente. Porque si Rime se acerca a un charzo de agua, este se congela y podemos cruzar a pie, mientras que si Ember se aproxima a un mecanismo que funciona por combustión, podemos activarlo y beneficiarnos de sus movimientos. Lo que pasa es que hay veces en las que la cercanía de uno arruina los planes del otro. Otra metáfora. Creo. En cualquier caso, el juego nos permite "darnos un tiempo"; separarnos con la intención de aprovechar al máximo las posibilidades de cada protagonista.

Los puzles son, indudablemente, la piedra angular del juego. El gran protagonista, porque más que un mundo repleto de puzles, podríamos decir que el mundo en sí es un gran rompecabezas y esto termina siendo un arma de doble filo. Porque el diseño de los acertijos va ganando en complejidad conforme avanzamos pero, asimismo, también acaba volviéndose peligrosamente repetitivo. Demasiadas situaciones similares entre sí que la primera vez sorprenden, la segunda pueden divertir y la tercera, cansa. Cuando descubrimos una nueva mecánica disfrutamos de un soplo de aire fresco que vuelve a recordarnos por qué estamos ante un título muy interesante.

El diseño de niveles no está nada mal, ya que permite al jugador interpretar el viaje a su manera, ya sea con la intención de alcanzar el final o de exprimir al máximo el título encontrando —y hallando el modo de recogerlos— los diversos coleccionables que se esconden en cada rincón del mundo que exploramos. Un reino alicaído que derrocha belleza y agonía a partes iguales, por cierto. Aunque no estamos ante un juego especialmente complicado, hay que decir que desbloquear el 100% de las narraciones (algo que logramos encontrando las bufandas repartidas por el escenario) supone un desafío más que considerable, ya que hay rompecabezas que han sido diseñados con suma inteligencia y superarlos no es tan fácil como alternar entre personajes un par de veces; es necesario calcular cada movimiento y valorar todas las opciones posibles, así como las consecuencias que puede ocasionar el hecho de que Rime y Ember no guarden la distancia adecuada.

«Si coloco aquí a Ember para que accione el elevador puedo lograr que Rime alcance una posición elevada, pero entonces éste congelará ese charco de agua y bloqueará el camino de su compañera». Este tipo de valoraciones son las que nos vemos obligados a realizar en casi todo momento, ya que hay ocasiones en las que parece que solo podemos progresar mediante un único camino, pero no es así. Hay que tener en cuenta que cuando ambos aparecen en pantalla, la línea que separa frío de calor es muy delgada, pero si los alejamos lo suficiente el juego nos ofrece una "doble pantalla" en las que podemos hacer y deshacer por separado a nuestro antojo. Moondrop ha estado muy acertada al permitirnos pulsar R1 para que nuestro compañero vuelva a reunirse con nosotros de manera automática, evitando así el tedio que habría supuesto tener que alternar entre los dos una y otra vez.

Además, hay que recordar que el título nos permite jugar en compañía de un amigo y la realidad es que la experiencia se disfruta mucho más. Lo cual no quiere decir que no sea perfectamente posible aprovechar todas sus posibilidades jugando en solitario. En líneas generales, 'Degrees of Separation' nos hace experimentar un contraste tan acentuado como la relación entre sus protagonistas. Y es que, si bien es cierto que no inventa nada, su propuesta no deja de resultar original. Lo malo es que la irregularidad ocasionada por la repetición de mecánicas pone en peligro la sensación de estar ante algo muy bien pensado. Son varias las veces que descubrimos una nueva forma de avanzar, la aprovechamos —y disfrutamos— con los primeros acertijos que nos invitan a emplearla... y nos aburre cuando nos envuelve en un bucle en el que debemos repetirlo una y otra vez hasta encontrar otra nueva.

En definitiva: Recomendable, pero con cautela

'Degrees of Separation' esconde mucho más de lo que podemos percibir desde fuera. El inteligente diseño de sus niveles y la profundidad que alcanza su propuesta simétrica es tan férrea como los lazos que unen el destino de Rime y Ember. Un título de aspecto plataformero en el que los rompecabezas se convierten rápidamente en la piedra angular del juego, acompañado de un agradable apartado audiovisual. Su historia, una oda al amor un tanto desaprovechada, fue capaz de conquistar al mismísimo Chris Avellone, que confesó estar sorprendido por la forma en la que el estudio noruego ha planteado la conexión entre dos personajes condenados a entenderse. Ni demasiado caliente, ni demasiado frío; Moondrop ha encontrado el equilibrio ideal fusionando dos estaciones opuestas. Un juego con argumentos más que suficientes para convencer a cualquier aficionado a los puzles, a pesar de que algunos aspectos podrían haber estado algo más inspirados.