Lo que empezó como un proyecto de 8 estudiantes -en una escuela de arte de Holanda- acabó siendo uno de los juegos indie más exitosos del año 2005. Posteriormente, THQ compró la licencia, y aparte de llevarla al mundo de las consolas, acabó desembocando también en una segunda parte. Este 'de Blob 2' que continua ofreciendo el mismo concepto jugable: plataformas al mismo tiempo que pintamos. Sobre todo porque esta secuela es altamente continuísta con respecto al juego original. Lo cual, aunque no lo convierte en una obra maestra, sí asegura un juego entretenido, vistoso, simpático y muy original. Es adecuado para todas las edades, aunque quizás algo fácil para los más veteranos del género. Seguramente uno de los indies más interesantes de la generación de PS3/Xbox 360, y sin duda uno de los plataformas más personales y rompedores de aquella época. Aunque no el único, pues precisamente fue una generación en la que brillaron este tipo de proyectos.